domingo, 11 de octubre de 2009

América Latina en el siglo del conocimiento

Por Andrés Oppenheimer

La vieja izquierda y la vieja derecha latinoamericanas sostienen que los próximos conflictos mundiales serán por los recursos naturales, y que la prioridad de los países de la región debería ser proteger la soberanía nacional contra los intentos de las grandes potencias de adueñarse de esos recursos. Suena bonito, pero refleja una realidad mundial que pasó a la historia hace mucho tiempo. A diferencia de lo que ocurría hace dos siglos, cuando las materias primas eran una fuente clave de riquezas, hoy día la riqueza de las naciones yace en la producción de ideas. El siglo XXI es el siglo del conocimiento.

Las materias primas no sólo dejaron de ser una garantía de progreso, sino que en muchos casos son una condena al fracaso. Para muestra, basta mirar cualquier mapa: muchos países con enormes recursos naturales están viviendo en la pobreza, mientras que otros que no los tienen se encuentran entre los más prósperos del mundo, porque han apostado a la educación, a la ciencia y la tecnología. El índice de los países con ingresos per cápita más altos del mundo está encabezado por Luxemburgo, con 54.000 dólares por habitante, que tiene un territorio minúsculo y no vende materia prima alguna. “En los siglos pasados, cuando el desarrollo económico se basaba en la agricultura, o en la producción industrial masiva, ser más grande y rico en recursos naturales, tener más gente, era una ventaja. Hoy día, es una desventaja”, afirma Juan Enríquez Cabot, el académico mexicano que fue profesor de la Escuela de Negocios de Harvard y escribió varios libros sobre el desarrollo de las naciones.

La ex Unión Soviética, el país con más recursos naturales del mundo, colapsó. Y ni Sudáfrica con sus diamantes, Arabia Saudita, Nigeria, Venezuela y México con su petróleo, ni Brasil y la Argentina con sus productos agrícolas, han logrado superar la pobreza. La mayoría de estos países tienen hoy más pobres que hace veinte años. Por el contrario, naciones sin recursos naturales, como Luxemburgo, Irlanda, Lichtenstein, Malasia, Singapur, Taiwan, Israel y Hong Kong, están entre las que tienen los ingresos per cápita más altos del mundo.

El caso de Singapur es especialmente notable. Era una colonia británica sumida en la pobreza, que recién se convirtió en país en 1965. Y era tan pobre que sus líderes políticos han acudido a la vecina Malasia para pedir ser anexados, y regresaron con las manos vacías: Malasia se negó, pensando que hacerse cargo del territorio de Singapur sería un pésimo negocio. En agosto de 1965, cuando Singapur se independizó, el Sydney Morning Star de Australia señalaba que “no hay nada en la situación actual que permita prever que Singapur será un país viable”. Sin embargo, Singapur se convirtió rápidamente en uno de los países más ricos del mundo. Su presidente, Lee Kuan Yew, que había sido abogado de los sindicatos comunistas, concentró todos sus esfuerzos en la educación. Convirtió el inglés en idioma oficial en 1978 y se dedicó a atraer empresas tecnológicas de todas partes del mundo. Al comienzo del siglo XXI, el ingreso per cápita de Singapur era prácticamente igual al de Gran Bretaña, el imperio del que se había independizado.

Por qué Holanda produce más flores que Colombia

¿Cómo explicar que Holanda produce y exporta más flores que cualquier país latinoamericano? Tal como lo señaló Michael Porter, un profesor de Harvard, América latina debería ser el primer productor mundial de flores: tiene mano de obra barata, un enorme territorio, mucho sol, grandes reservas de agua y una gran variedad de flora. Y, sin embargo, el primer productor mundial de flores es Holanda, uno de los países con menos sol, territorio más pequeño y mano de obra más cara del mundo. La explicación es muy sencilla: lo que importa hoy en la industria de las flores es la ingeniería genética, la capacidad de distribución y el marketing.

Otro ejemplo es el de Starbucks, la empresa de locales de café más grande del mundo. Nació en los EEUU en la década del setenta,, y hoy tiene 6.500 tiendas de café en los EEUU y otros 1.500 locales en 31 países. Según Enríquez Cabot, de cada taza de café de 3 dólares que se vende en locales de EEUU, apenas 3 centavos van para el productor de café latinoamericano. Lo que se cotiza en la nueva economía global no es el acto de plantar la semilla, ni la tierra donde es sembrada, sino la creación de la semilla en laboratorios genéticos. “En América latina, si seguimos pensando que por tener biodiversidad estamos salvados, vamos a tener cada vez más problemas. Todavía creemos que el petróleo, las minas o las costas marinas son lo importante. Lo cierto es que, en términos económicos, es más fácil cometer errores cuando eres un país grande y rico en recursos naturales que cuando eres pobre y estás aislado”, dice Enríquez Cabot.

Efectivamente, la mayoría de los políticos y académicos latinoamericanos siguen recitando el cuento chino de que sus países tienen el futuro asegurado por ser poseedores de petróleo, gas, agua y otros recursos naturales. Lo que no dicen, quizá porque lo ignoran, es que los precios de las materias primas –incluso tras haber subido considerablemente los últimos años-se desplomaron en más de un 80 por ciento en el siglo XX, y actualmente constituyen un sector minoritario de la economía mundial. Mientras en 1960, cuando gran parte de los actuales presidentes latinoamericanos se formaron políticamente, las materias primas constituían el 30 por ciento del producto bruto mundial, actualmente representan apenas el 4 por ciento. El grueso de la economía mundial está en el sector de servicios (68 por ciento) y el sector industrial (29 por ciento).

Lamentablemente, a comienzos del siglo XXI, América latina sigue viviendo en la economía del pasado. La enorme mayoría de las grandes empresas latinoamericanas siguen en el negocio de los productos básicos. Las cuatro mayores empresas de la región –PEMEX, PDVSA, Petrobras y PEMEXS Refinación- son petroleras. De las doce compañías más grandes de la región, sólo cuatro venden productos que no sean petróleo o minerales (Wal-Mart de México, Teléfonos de México, América Móvil y General Motors de México.

Una buena parte de Sudamérica centra sus negociaciones comerciales con los EEUU y Europa en exigir mejores condiciones para sus exportaciones agrícolas, algo que es totalmente legítimo y justificado, pero que en muchos casos desvía la atención de los gobiernos de la necesidad de exportar productos de mayor valor agregado. Brasil y la Argentina hacen bien en exigir que los países ricos eliminen sus obscenos subsidios agrícolas, pero están concentrando sus energías en apenas una de las varias batallas comerciales que deberían estar librando. Están poniendo una buena parte de sus energías en ampliar su tajada del 4 por ciento de la economía mundial, en lugar de –además de seguir exigiendo el desmantelamiento de las barreras agrícolas- iniciar una cruzada interna para aumentar la competitividad de sus industrias y entrar en la economía del conocimiento del siglo XXI.

Nokia: de la madera a los celulares

¿Deberían los países latinoamericanos dejar atrás su rol de productores de materias primas? Por supuesto que no. Cuando le hice esta pregunta a David de Ferranti, el ex director para América latina del Banco Mundial, meneó la cabeza, como diciendo que se trataba de una discusión superada. “La agricultura, la minería y la extracción de otras materias primas son áreas de ventajas comparativas para la Argentina, Brasil, Chile y varios otros países. Ellos deberían aprovechar la oportunidad para convertirse en productores más eficientes de estas materias primas, y diversificarse desde esas industrias a otras de productos más sofisticados. Deberían hacer lo que hizo Finlandia”, señaló.

Finlandia, uno de los países más desarrollados del mundo, empezó exportando madera, luego pasó a producir y exportar muebles, más tarde se especializó en el diseño de tecnología, que era mucho más rentable. El ejemplo más conocido de este proceso es la compañía finlandesa Nokia, una de las mayores empresas de telefonía celular del mundo.

Nokia comenzó en 1865 como una empresa maderera, fundada por un ingeniero en minas en el sudeste de Finlandia. A mediados del siglo XX ya diseñaba muebles, y empezó a usar su creatividad para todo tipo de diseños industriales. En 1967 se fusionó con una empresa finlandesa de neumáticos y otra de cables, para crear un conglomerado de telecomunicaciones que hoy se conoce como Nokia Corporation y que tiene 51.000 empleados y ventas anuales de 42 mil millones de dólares. Es el equivalente a cinco veces el producto bruto anual de Bolivia, y más del doble del producto bruto anual de Ecuador.

Y algo parecido sucedió con la multinacional Wipro Ltd., de la India, que empezó vendiendo aceite de cocina, y hoy día es una de las empresas de software más grandes del mundo. El empresario Azim Premji –conocido por muchos como el Bill Gates de la India- llegó a ser el hombre más rico de su país, y el número 38 en la lista de los más ricos del mundo de la revista Forbes, trasformando radicalmente su empresa familiar. Estaba estudiando ingeniería en la Universidad de Stanford, en los EEUU, cuando murió su padre en 1966 y tuvo que regresar a su país a los 21 años para hacerse cargo de la empresa familiar, Western India Vegetable Products Ltd. (Wipro). La compañía estaba valuada en ese entonces en 2 millones de dólares, y vendía sus aceites de cocina en supermercados. Premji inmediatamente comenzó a diversificarse, empezando por producir jabones de tocador. En 1977, aprovechando el vacío creado por la expulsión de IBM del país, empezó a fabricar computadoras.

El negocio fue prosperando, y la compañía comenzó a producir software hasta crearse una reputación de empresa innovadora, con gente creativa. Hoy día, Wipro Ltd. tiene ingresos de 1.900 millones de dólares por año, de los cuales el 85 por ciento proviene de su división de software, y el resto de sus departamentos de computadoras, de lámparas eléctricas, de equipos de diagnóstico médico y –aunque parezca un dato sentimental- de jabones de tocador y de aceites de cocina. La empresa ha triplicado su número de empleados desde 2002, a 42.000 personas, y su sede de la ciudad de Bangalore está contratando un promedio de 24 personas por día.

Al igual que Nokia y Wipro, hay cientos de ejemplos de grandes compañías que nacieron produciendo materias primas y se fueron diversificando a sectores más redituables. “El viejo debate sobre si es bueno o malo producir materias primas es un falso dilema”, me dijo De Ferranti. “La pregunta válida es cómo aprovechar las industrias que uno tiene, para usarlas como trampolines para los sectores más modernos de la economía”. Para hacer eso, la experiencia de China, Irlanda, Polonia, la República Checa y varios otros países demuestra que hay que invertir más en educación, ciencia y tecnología, para tener una población capaz de producir bienes industriales sofisticados, servicios, o fabricar productos de la economía del conocimiento.

(Extracto de “Cuentos chinos” de Andrés Oppenheimer – Editorial Sudamericana SA)

domingo, 30 de agosto de 2009

Cultura empresarial japonesa

Por Carlos Kasuga Osaka

Director General de Yakult SA de C.V.

Soy hijo de inmigrantes japoneses que en los años 30 tuvieron la gran visión de escoger esta tierra y con moldes japoneses me hicieron. De fabricantes japoneses pero ensamblado en México. ¡Y lo que está hecho en México, dicen que está bien hecho!

El tema que me designaron el día de hoy “trabajo en equipo”, es muy común en Japón.

Me llenó de mucho orgullo y esperanza que existan jóvenes que traten de luchar por ser empresarios y no estudien para buscar empleo.

Japón es un país del tamaño de Chihuahua y Aguascalientes juntos, pero tiene 124 millones de habitantes, tiene los 10 bancos más grandes del mundo, tiene el índice educativo y de longevidad más alto del mundo, tiene el índice de criminalidad más bajo del mundo y su producto nacional es igual a lo que producen Francia, Inglaterra y Alemania juntos.

¿A qué se debe esa gran productividad? Es una gran historia, una gran tradición. Les voy a dar unos “tips” para que sean magníficos empresarios en esta Nación.

Analizando las diferencias entre Japón y México, veo cuatro diferencias importantes:

La educación

Actitud ante la naturaleza

La religión y

La actitud ante la vida misma

La educación: En México se da mucho la educación instructiva, de conocimientos. A nuestros padres les preocupa el 5, el 6, el 8 pero ¿y la educación formativa? ¿Qué valores son los inculcados en nuestras escuelas?

Entre los valores que tenemos que tomar en cuenta están: la honestidad, la puntualidad y la limpieza.

Esta educación se relaciona con la educación necesaria en un empresario de éxito.

Existen cuatro pasos para ser un empresario de excelencia. Estos pasos son: el bien ser, el bien hacer, el bien estar y el bien tener.

1 El “bien ser”: honesto, puntual y disciplinado. Por ejemplo: aquí están cerca de 600 personas. Si el conferenciante llega 10 minutos tarde, estamos perdiendo 6.000 minutos en esta Nación. Por eso no se puede jugar con el tiempo y menos con el tiempo de las demás personas.

El principio fundamental del respeto. Si no es tuyo debe ser de alguien. Si esta pluma te la encontraste en un escritorio debe ser de alguien, entonces devuélvela. Si te encuentras con un reloj o un anillo y no es tuyo, debe ser de alguien, si te encuentras una cartera tirada en la calle y no es tuya, debe ser de alguien y si te encuentras en una fiesta una señora, y no es tuya, debe ser de alguien. Y si todos respetamos todas estas cosas, viviríamos mejor.

Soy el fabricante de los juguetes Kay “como Kay no hay”. En esta empresa no hay llaves en algún lado.

Les voy a comentar cómo conseguí a mi gente. Compraba yo el periódico que venden los muchachos en la tarde. Les daba yo 100 pesos y me tenían que regresar $ 99,20.

Muchos no me los regresaron, pero los que me lo regresaron son los que actualmente tienen un porvenir, son ellos los actuales ejecutivos y directores, por eso yo tengo tanta fe en este país porque la gente con la que trabajo sabe trabajar en equipo.

Como los japoneses somos pequeños, la maestra nos pide sacar el volumen de la jaula de los changos sin utilizar ningún instrumento, con puro cálculo visual.

Es por eso que cuando los japoneses van a cualquier exposición en el mundo, regresan al hotel y sin cámaras de video o fotografías hacen los planos de esas máquinas y las mejoran.

Yo he mandado a mis técnicos a exposiciones en Hamburgo y les pregunté ¿Qué vieron? Me contestan: “un oso” y ¿qué tiene el oso? Les pregunto las medidas, el volumen o el material de los osos y no me saben decir algo con exactitud.

2 El “bien hacer”: Haz las cosas bien. Si vas a nadar hazlo bien y si vas a estudiar, hazlo bien

3 El “bien estar”: Las gentes que son un “bien ser” y dan a la familia y a su escuela más de lo que recibieron llegarán a este paso, y quienes siguen estos tres pasos en este orden, tarde o temprano llegarán a lograr

4 El “bien tener”


Actitud ante la naturaleza: En cada acto importante de la vida planta un árbol: cuanto te cases planta un árbol, cuando nazca un hijo tuyo planta un árbol, cuando entres a la primaria planta un árbol, antes de cualquier evento realmente importante, planta un árbol.

Si tu padre y tu mamá plantaron un árbol cuando naciste, a ese árbol que tiene ahora unos 20 años, a ese árbol lo quieres. Sí, realmente sí, porque significa mucho para ti.

Pero si aquel árbol lo siembra el gobierno, me importa un comino y es el mismo.

Es por eso importante que cada quien hagamos nuestras propias cosas, para que las amemos. Por eso, la juventud tiene que ser emprendedora. Nos quejamos de la contaminación y de la erosión de la República, pero si cada quien plantara un árbol en cada momento importante de su vida, México sería otro.

La religión: En un programa de televisión al que me invitó Ricardo Roche, yo fungía de traductor y Ricardo preguntó: ¿cuál es la diferencia entre los trabajadores japoneses y mexicanos?

Después que los japoneses terminaron de cuchichear, se levantó el jefe y les dijo: “Hemos visitado muchas empresas mexicanas y creemos que el trabajador mexicano es mucho más hábil, pero el día de hoy acabamos de estar en la Villa y nos hemos dado cuenta porqué las relaciones entre los obreros y la empresa son tan deficientes”. “Lo que vimos en la Villa, es que los dos pueblos son iguales: les gustan las peregrinaciones, los tambores, los amuletos, los cuetes, etc., pero ustedes van a los templos a pedir y a esperar, y en el Shintoismo nosotros vamos a ofrecer”

“Por eso, nos hemos dado cuenta que los sindicatos mexicanos presentan pliegos de peticiones y los sindicatos japoneses presentan pliegos de ofrecimientos. ¡Pequeña gran diferencia!”

El pliego de ofrecimientos: ¿A qué me refiero con esto?

Si fabricamos 1.000 Datsun, ofrecemos el año entrante fabricar 1.200. ¿Qué ofrece la empresa? Tenemos 5% de errores en la producción, ofrecemos reducirlos al 3%. ¿Qué ofrece la empresa?

Y en base a estos ofrecimientos, las empresas japonesas han logrado un error 0, calidad total y “Just in time” o “Justo a tiempo”.

Con pliego de peticiones nos es posible, pedimos más días no laborables, más vacaciones, más aguinaldo, que nuestro cumpleaños nos lo paguen triple y no trabajarlo.

Actitud ante la vida: El elefante del circo Ataide levanta la trompa y ¿por qué no se escapa siendo un elefante? ¿por qué no es libre como los otros elefantes? Porque le pasa lo que a muchos de nosotros nos pasó cuando éramos pequeños.

A ese elefantito de pequeño lo tenían atado con una cuerda de la patita y él quería ser libre y jalaba y jalaba, quería ser libre. Se lastimó la piernita, le sangró y después le salió un callo y no solo en la pierna, sino también en la cabeza, de que “yo no puedo” y ya no puede.

Y así muchos jóvenes que llegan a tener 20 años y que ya son adultos y “ya no pueden”. ¿Por qué desgraciadamente no pueden? Porque desde chiquitos estuvieron escuchando todos los días: eres un bruto, eres la vergüenza de la familia, eres un malcriado, siempre te reprueban.

Entonces, ese joven llega a ser grande, como el elefante, a determinada hora nada más sale trabajar, da las vueltas que tiene que dar, ni una más ni una menos, mueve la trompita, termina y se lo llevan al corral y alguien le trae de comer.

Y así muchos empleados que nada más hacen lo esencial. ¿Qué deben hacer? Que el objetivo de hoy sea ser felices y disfrutar lo que hacen, prepárense para que su objetivo de vida no sea que den las cinco de la tarde. ¡Qué triste!

Mi gente sabe que son ayudantes de Dios, que todos los días están creando productos que dan alegría a los niños o que llevan a través de Yakult salud a sus hijos.

Sabe mi equipo de diseño que lo que diseñan en esta Nación no lo había, que gracias a su ingenio está saliendo un producto nuevo en México.

Así, hay padres de familia, maestros, empresarios, que todos los días están creando fracasados. Pero también hay maestros, padres de familia, empresarios y jefes que todos los días están creando triunfadores.

Es muy diferente, créanme, trabajar así. Tenemos que cambiar la mentalidad de la gente y de los jóvenes universitarios que tuvieren la dicha de ocupar un lugar en esta institución, y que son sólo el tres o cuatro por ciento de la elite de esta Nación. Tenemos una obligación con México. ¿Porqué no crean sus propias empresas? Pero no se imaginen su primera empresa con dos hectáreas de largo. ¡No! ¡No! ¿Cómo empezamos todos los empresarios? Pues tenían capital ¡No es cierto!

Yo conozco a muchos libaneses, israelitas, españoles, que llegaron a esta Nación, a México, con una mano adelante y otra atrás, sin amigos, sin conocer el idioma y las costumbres, pero con una fe en sí mismos, en este México, y trabajaron mucho y ahora son los empresarios de esta Nación.

Pero ¿qué pasa con el pueblo? Vean ustedes el comportamiento en el pueblo de Chiconcuac; hay la fiesta del pueblo, se celebra San Agustín o Santo Tomás, el patrono del pueblo, y es casi toda la semana de pachanga. ¿Qué hacemos los mexicanos? El bailongo, los cuetes y los cheves.

¿Y los españoles? Abriendo desde las cuatro de la mañana sus panaderías, hasta las diez de la noche, y vean a los israelitas trabajando y trabajando. Nosotros no, pues es día de fiesta del pueblo. ¡Cómo! Me va a castigar San Agustín.

Vean la diferencia en el trabajo. Vean un domingo de nosotros, juega el América..los cheves. Los anglosajones arreglando el carro, limpiando, pintando la pared, engrasando la puerta, podando. El japonés arreglando su jardín, trabajando. Nosotros no. ¡Pues es domingo! Y como hoy es domingo ¡cómo quieres que trabaje!

Yo hablo con mis trabajadores. Vieran lo que he aprendido de todos ellos: gente que ha vivido en los cinturones de la miseria, gente que después se va superando poco a poco. Cada vida, de cada ser humano, es una enseñanza.

La obligación del empresario, los que tuvimos la fortuna de haber estudiado, no es nada más hacer dinero. Es trabajar y trabajar, y dar educación.

Soy director de Yakult. Tenemos 20 años en esta empresa. ¿Qué es Yakult? Hubo un científico japonés al que le llamó la atención que los niños cuando están tomando leche materna nunca se enferman del estómago y descubrió que la madre en la leche materna produce un lacto bacilo el cual fue extraído de la leche materna para hacerlo vivir en leche de vaca. Cada frasquito de Yakult tiene más de 8 mil millones de lacto bacilos.

Actualmente vendemos 2 millones de frasquitos diarios. Mis trabajadores son los mejor pagados en el área de Ixtapaluca. El reparto de utilidades que reciben, es lo que ganaron en un año de sueldo.

Pero ¿cuánto retira el empresario en estos quince años que tenemos en México? Ni un solo centavo. Así es cómo las empresas de los japoneses crecen. Cuando éstas todavía no cumplen 20 años, nosotros, no retiramos ni la parte japonesa ni la parte mexicana. Es pura inversión y reinversión.

Y quiero que entiendan futuros empresarios, que cuando los jóvenes aquí en la universidad están pensando ¿Qué vamos a hacer?, es como el enamoramiento. Cuando hacen el Plan de Negocios, es la concepción. El embarazo, cuando construye la fábrica. Y cuando la inaugura, es el nacimiento. Después ya tienen un bebito. Dentro de los tres primeros años tienen que cuidarlo a diario, con el único objetivo de hacerlo crecer.

Pero en México el 84% de todas las empresas nuevas, los tres primeros años, los papás quieren que el “bebito” les ponga auto último modelo, que les ponga alfombra, aire acondicionado, muebles de caoba y una secretaria “güera” de minifalda. ¡Pues quiebran!

Después viene la adolescencia y después llegan a ser adultos. Es cuando las empresas japonesas empiezan a hacer reparto de utilidades a los socios.

Así es cómo las empresas japonesas, por eso son empresas multimillonarias y empresarios pobres. Y la diferencia de sueldo entre el obrero de más bajo nivel y el presidente de la compañía, es 8 veces.

En la pirámide de nuestra Nación, quieren hacerse ricos al segundo año con esa empresa que ponen. Váyanse a 20 años de plazo, métanle todo lo que ganen, dénle todo a su hijo que es su nueva empresa y verán cómo crece. Verán cómo se hace adulto. Sí, ¿y de qué vivimos? ¿de un sueldo? Pueden tener un salario, pero no lo sangren.

Quiero terminar con un cuento que me contó mi padre, dice así:

Había un bosque en el que vivían muchos animalitos. De repente este bosque se empieza a incendiar y todos los animalitos empiezan a huir. Sólo hay un gorrioncito que va al río, moja sus alitas, vuela sobre el bosque incendiado y deja caer una gotita de agua, tratando de apagar el incendio. Va al río, moja sus alitas, vuela sobre el bosque incendiado y una o dos gotitas de agua deja caer, tratando de apagar el incendio.

Pasa un elefante y le grita al gorrioncito: ¡No seas tonto! ¡Huye como todos! ¡No ves que te vas a achicharrar! El gorrioncito voltea y le dice: ¡No! Este bosque me ha dado todo, familia, felicidad; me ha dado todo y tengo tanta lealtad que no me importa que me muera, pero voy a tratar de salvar este bosque.

Va al río, moja sus alitas y revolotea sobre el bosque incendiado y deja caer una o dos gotitas de agua.

Ante esta actitud los dioses se compadecen de él y dejan caer un tormentón, y el incendio se apaga. Y este bosque vuelve a reverdecer y a florecer, y todos los animalitos vuelven a regresar y a ser felices, más felices de lo que eran.

Mexicanos de todas las edades, yo comparo este bosque con mi México, tal vez estemos en un gran incendio, en una gran crisis política, social, económica y moral; pero yo les pido a ustedes que todos los días dejemos caer una o dos gotitas de sudor y de trabajo. ¡Si así lo hacen, México se los agradecerá y Dios los bendecirá!

La Sociedad Poscapitalista

Por Peter Drucker

Sociedad poscapitalista y organización política poscapitalista:

“En lugar del capitalista de la vieja escuela, en los países desarrollados son los fondos de pensiones los que, en forma creciente, controlan la provisión y asignación del dinero. En EEUU, en 1992, estos fondos reunían la mitad del capital en acciones de las empresas de mayor tamaño del país y controlaban casi el mismo porcentaje de la deuda fija de esas mismas empresas. Los propietarios beneficiarios de los fondos de pensiones, son, por supuesto, los empleados del país. Si el socialismo se define, como lo hizo Marx, como la propiedad de los medios de producción por parte de los trabajadores, entonces EEUU se ha convertido en el país más «socialista» que existe, al tiempo que sigue siendo también el más «capitalista». Los fondos de pensiones son gestionados por una nueva raza de capitalistas, los anónimos y desconocidos empleados asalariados, los analistas de inversiones de fondos de pensiones y los directores de cartera.

Pero hay algo igualmente importante: el recurso real que controla todo, el «factor de producción» absolutamente decisivo, ha dejado de ser el capital, o el suelo o la mano de obra; ahora es el saber. En lugar de capitalistas y proletarios, las clases de la sociedad poscapitalista son los trabajadores del saber y los trabajadores de los servicios”.

El giro hacia la sociedad del saber:

“No obstante, fue sólo con el hundimiento del marxismo como ideología y del comunismo como sistema cuando estuvo totalmente claro que ya nos habíamos mudado a una sociedad nueva y diferente. Sólo entonces fue posible escribir un libro como éste; un libro que no es predictivo sino descriptivo, un libro que no es futurista sino que llama a la acción sobre el aquí y ahora. La bancarrota moral, política y económica del marxismo y el hundimiento de los regímenes comunistas no fue «El final de la historia» (como proclamaba un ampliamente divulgado artículo de 1989). Inclusive firmes partidarios del mercado libre vacilan en saludar el triunfo de éste como un segundo advenimiento”.

“Sin embargo, las mismas fuerzas que destruyeron al marxismo como ideología y el comunismo como sistema social son las que están llevando al capitalismo a la obsolescencia. Durante doscientos cincuenta años, a partir de mediados del siglo XVIII, el capitalismo ha sido la realidad social dominante, y durante los últimos cien años el marxismo ha sido la ideología social dominante; ambos están siendo rápidamente sustituidos por una sociedad nueva y muy diferente.

La nueva sociedad, que ya está aquí, es una sociedad poscapitalista. Con certeza, digámoslo de nuevo, utilizará el mercado libre como único mecanismo de integración económica comprobado; no será una «sociedad anticapitalista», ni siquiera será una «sociedad acapitalista»; las instituciones del capitalismo sobrevivirán, aunque algunas, por ejemplo los bancos, representen un papel bastante diferente.”

“El recurso económico básico, el «medio de producción», para utilizar el término de los economistas, ya no es el capital ni los recursos naturales (el «suelo» de los economistas) ni la «mano de obra». Es y será el saber. Las actividades principales en la creación de la riqueza no serán ni la asignación de capital para usos productivos, ni la «mano de obra», los dos polos de la teoría económica de los siglos XIX y XX, fuera ésta clásica, marxista, keynesiana o neoclásica; ahora el valor se crea mediante la «productividad» y la «innovación», ambas aplicaciones del saber al trabajo. Los grupos sociales dirigentes de la sociedad del saber serán los «trabajadores del saber», ejecutivos que saben cómo aplicar el saber a un uso productivo, al igual que los capitalistas sabían aplicar el capital a un uso productivo: profesionales del saber, empleados del saber.

Prácticamente toda esta gente del saber estará empleada en organizaciones; no obstante, y a diferencia de los empleados bajo el capitalismo, ellos son dueños tanto de los «medios de producción» como de los «útiles de producción»; de los primeros, a través de sus fondos de pensiones, que se van afirmando rápidamente en todos los países desarrollados como únicos propietarios reales; de los segundos, porque los trabajadores del saber poseen su saber y pueden llevárselo con ellos adondequiera que vayan. Por lo tanto, el desafío económico de la sociedad poscapitalista será la productividad del trabajo del saber y del trabajador del saber. No obstante, el reto social en la sociedad capitalista será la dignidad de la segunda clase de esa sociedad: los trabajadores de los servicios. Éstos, por regla general, carecen de la educación necesaria para ser trabajadores del saber y en cualquier país, inclusive el más avanzado, constituirán una mayoría”.

La revolución de la gestión:

“El cambio de significado del saber, que empezó hace doscientos cincuenta años, ha transformado a la sociedad y la economía. El saber convencional se considera a la vez el recurso personal clave y el recurso económico clave. El saber es hoy el único recurso significativo. Los tradicionales «factores de la producción», suelo (recursos naturales), mano de obra y capital, no han desaparecido, pero se han convertido en secundarios; pueden obtenerse, y con facilidad, siempre que haya saber; y el saber en su nuevo significado es saber en tanto que servicio, saber como medio de obtener resultados sociales y económicos. Estos cambios, sean o no deseables, son respuestas a un cambio irreversible: el saber está siendo aplicado ahora al saber, y éste es el tercer y tal vez definitivo paso en su transformación. Proporcionar saber para averiguar en qué forma el saber existente puede aplicarse a producir resultados es, de hecho, lo que significa gestión. Además el saber también se aplica de forma sistemática y decidida a definir qué nuevo saber se necesita, si es factible y qué hay que hacer para que sea eficaz; en otras palabras, se aplica a la innovación sistemática”

(Del libro “La sociedad poscapitalista” – Editorial Sudamericana)